Teoría de la Elección Racional: Fundamentos, Alcances y Crítica
Introducción
La Teoría de la Elección Racional (TER) es uno de los enfoques más influyentes y debatidos en las ciencias sociales contemporáneas. Su impacto ha sido tal que ha transformado no solo la economía, su campo de origen, sino también la ciencia política, la sociología, la psicología y otras disciplinas interesadas en el estudio del comportamiento humano. En esta entrada, se exploran los orígenes, postulados centrales, aplicaciones y límites de la TER, así como su relevancia en el análisis criminológico y social.
Orígenes de la Teoría de la Elección Racional
La TER surge en la primera mitad del siglo XX en el ámbito académico estadounidense, en un contexto de crítica al modelo de economía de bienestar que se intentaba consolidar en Europa. Este enfoque teórico y metodológico revolucionó las ciencias sociales al proponer una visión axiomática del comportamiento humano, basada en la idea de que los individuos actúan de manera racional para maximizar sus intereses (Vidal de la Rosa, 2008).
Kenneth Arrow, matemático y economista, fue uno de los principales impulsores de la TER. Su trabajo, galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1972, replanteó problemas clásicos de la filosofía y la economía, como la agregación de preferencias individuales en decisiones colectivas. Arrow demostró, a través de su famoso Teorema de la Imposibilidad, que no existe un método lógico y consistente para agregar preferencias individuales en una utilidad colectiva sin violar criterios de equidad o consistencia lógica. Este hallazgo tuvo profundas implicaciones, cuestionando tanto la planificación estatal como la supuesta autosuficiencia del mercado para representar el interés general (Vidal de la Rosa, 2008).
Postulados centrales de la TER
El núcleo de la TER es la premisa de que los individuos —considerados como agentes racionales— toman decisiones buscando maximizar su utilidad personal, actuando sobre la base de información disponible y preferencias ordenadas. El modelo del homo economicus se convirtió en el arquetipo de este enfoque, representando a un sujeto calculador, egoísta y maximizador.
No obstante, la TER no es un corpus monolítico. Existen múltiples versiones y matices respecto a su alcance explicativo. En la economía, la TER se asocia con la teoría de juegos, la modelización matemática y la predicción de comportamientos en mercados. En la ciencia política, autores como William Riker y la Escuela de Rochester adaptaron la TER para analizar procesos electorales, toma de decisiones colectivas y el funcionamiento de la democracia. En sociología y psicología, la TER ha sido objeto de hibridación y crítica, dando lugar a enfoques más flexibles y contextuales (Vidal de la Rosa, 2008).
La TER en las ciencias sociales: Expansión e hibridación
Aunque la TER suele asociarse con la economía, su influencia se ha extendido a otras disciplinas. Thomas Schelling, por ejemplo, aplicó la TER al análisis de la estrategia política y militar, mientras que otros autores la han empleado para estudiar fenómenos tan diversos como el canibalismo azteca o el culto a la vaca en la India, mostrando su potencial para explicar conductas en contextos culturales variados.
La TER también ha sido objeto de “hibridación creativa” al interactuar con disciplinas como la sociología, la psicología y la biología. Esta interacción ha enriquecido la teoría, dotándola de mayor plasticidad y permitiéndole incorporar conceptos como la heterogeneidad, la versatilidad y la plasticidad del comportamiento humano. Así, el homo economicus tradicional ha dado paso a modelos más complejos, que reconocen la importancia de la reciprocidad, la cooperación y la influencia de factores culturales y evolutivos en la toma de decisiones (Vidal de la Rosa, 2008).
Críticas y límites de la TER
A pesar de su influencia, la TER ha sido objeto de críticas sustantivas. Una de las principales objeciones es que la noción de racionalidad utilizada por la TER es demasiado restrictiva y a menudo irrealista. Herbert Simon, por ejemplo, introdujo el concepto de “racionalidad limitada”, argumentando que los individuos no siempre cuentan con información completa ni con la capacidad de procesarla óptimamente. En la práctica, las personas suelen recurrir a heurísticas, intuiciones y reglas simples para tomar decisiones, lo que limita la aplicabilidad de los modelos axiomáticos de la TER (Vidal de la Rosa, 2008).
Otra crítica apunta a la tendencia de la TER a reducir la complejidad de la acción social a la maximización del interés propio. Si bien este supuesto puede ser útil como punto de partida analítico, ignora la diversidad de motivaciones humanas, incluyendo valores, normas, emociones y contextos históricos y culturales. Además, la TER ha sido acusada de “narcisismo matemático”, es decir, de priorizar la elegancia formal sobre el realismo empírico, lo que puede conducir a modelos desconectados de la realidad social (Vidal de la Rosa, 2008).
TER y criminología: Aplicaciones y desafíos
En el campo de la criminología, la TER ha sido utilizada para explicar el comportamiento delictivo como resultado de decisiones racionales tomadas por individuos que sopesan los costos y beneficios de sus acciones. Según esta perspectiva, las políticas de prevención del delito deben centrarse en aumentar los costos percibidos del delito (por ejemplo, mediante sanciones más severas o mayor probabilidad de captura) y reducir las oportunidades para cometer delitos.
Sin embargo, la aplicación de la TER en criminología también enfrenta desafíos. La conducta delictiva no siempre responde a cálculos racionales; factores como la impulsividad, la presión social, las emociones y las desigualdades estructurales pueden influir de manera decisiva en la toma de decisiones. Por ello, muchos criminólogos abogan por enfoques integradores que combinen la TER con otras teorías, como la teoría de la anomia, la teoría del control social o la teoría de las subculturas delictivas.
Conclusión
La Teoría de la Elección Racional ha dejado una huella profunda en las ciencias sociales, ofreciendo herramientas poderosas para el análisis de la acción humana. Su énfasis en la racionalidad, la maximización de intereses y la modelización matemática ha permitido avances significativos en la comprensión de fenómenos económicos, políticos y sociales. No obstante, sus límites y críticas invitan a una visión más matizada y pluralista, que reconozca la complejidad de la conducta humana y la necesidad de enfoques interdisciplinarios.
En el campo criminológico, la TER sigue siendo una referencia obligada, pero su aplicación debe complementarse con la consideración de factores contextuales, culturales y psicológicos que influyen en la toma de decisiones. Solo así será posible desarrollar políticas públicas más eficaces y realistas para la prevención y el control del delito.
Referencias
Vidal de la Rosa, G. (2008). La Teoría de la Elección Racional en las ciencias sociales. Sociológica (México), 23(67), 243-256. Recuperado de https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732008000200010
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