Teoría de Prevención Situacional y Teoría de Ventanas Rotas

 La comprensión y abordaje de las problemáticas criminológicas han evolucionado más allá de los enfoques centrados exclusivamente en el delincuente o en el sistema de justicia penal. Las teorías que vinculan el delito con el entorno físico y social han ganado prominencia, ofreciendo perspectivas valiosas para el diseño de políticas públicas. Entre estas, la Teoría de la Prevención Situacional y la Teoría de las Ventanas Rotas se presentan como marcos conceptuales clave que informan estrategias preventivas, buscando incidir en la oportunidad del delito y en la percepción de desorden.

Problemáticas Criminológicas como Objeto de Política Pública: Más Allá de lo Punitivo

Las problemáticas criminológicas son, por naturaleza, complejas y multifactoriales, enraizadas en una intrincada red de dinámicas socioeconómicas y urbanas. César Oliveira de Barros Leal (s.f.) subraya esta complejidad al describir la criminalidad en escenarios marcados por la "urbanización desgobernada, el envilecimiento progresivo de las condiciones de supervivencia, la miseria ominosa, el desempleo crónico, el bajo nivel de educación, el consumo y el tráfico de drogas, la lentitud en la impartición de la justicia, el colapso del sistema penitenciario y la impunidad dominante" (p. 1). Esta visión sistémica del problema exige que las políticas públicas no se limiten a respuestas punitivas, sino que integren enfoques preventivos y, en la medida de lo posible, restaurativos, buscando una seguridad que trascienda la mera ausencia de victimización para abarcar el desarrollo humano sostenible y la equidad (Barros Leal, s.f., p. 109).


Fuente: Soberanes, S. (2022, junio 16). Relación entre políticas públicas y la criminología [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=vNYpJorRTFY


La construcción social del delito, influenciada por la "violencia omnipresente" y la "creciente inseguridad" que enfrentan los habitantes (Barros Leal, s.f., p. 1), moldea la agenda pública, a menudo impulsando demandas por medidas de control y castigo. Sin embargo, la efectividad de estas medidas se cuestiona cuando no se abordan las causas subyacentes o las condiciones que propician el delito. Es aquí donde las teorías centradas en el entorno cobran relevancia, ofreciendo alternativas o complementos a las estrategias tradicionales.

La Teoría de Prevención Situacional: Reducir la Oportunidad del Delito

La Teoría de Prevención Situacional (TPS) se enfoca en reducir las oportunidades para la comisión de delitos, en lugar de intentar cambiar al delincuente. Esta perspectiva, derivada de la criminología ambiental, sostiene que el delito es un fenómeno en el que intervienen tanto la disposición del agresor como las condiciones del entorno que facilitan o inhiben la acción delictiva. Lucía Carmina Jasso-López y Selenne Galeana-Cruz (2021), al analizar las "Configuraciones urbanas y arquitectónicas ante la violencia y la inseguridad en Iztapalapa, Ciudad de México", abordan directamente cómo el diseño y uso del espacio pueden ser aprovechados por la criminalidad o, por el contrario, pueden mitigarse sus riesgos.

La TPS propone un conjunto de técnicas para modificar el entorno y hacer que el delito sea más difícil, más riesgoso o menos gratificante. Estas técnicas incluyen medidas como el endurecimiento de objetivos (cerraduras más robustas), el control de accesos (puertas de seguridad, control de entrada), la vigilancia natural (buena iluminación, diseño urbano que maximiza la visibilidad), la gestión del riesgo (por ejemplo, retiro rápido de propiedades robadas), y la reducción de la frustración o la provocación. Jasso-López y Galeana-Cruz (2021) analizan cómo elementos arquitectónicos y urbanos específicos en Iztapalapa, como "la condición del entorno construido (calles, lotes baldíos, fachadas, tipo de vivienda, entre otros), la apropiación del espacio público (barrios, usos de suelo y actividades realizadas) y los aspectos relacionados con la composición de la comunidad (interacción y confianza entre vecinos)" (p. 112) influyen en la percepción de inseguridad y en la ocurrencia de ciertos delitos. Esto valida la premisa de la TPS: el entorno no es un mero telón de fondo, sino un factor activo en la ecuación del delito.

Un ejemplo práctico de la TPS, implícito en el estudio de Jasso-López y Galeana-Cruz (2021), sería la relevancia de las "fachadas de las viviendas y su relación con la calle" (p. 115) o la presencia de "muros ciegos que forman túneles urbanos" (p. 119) que pueden crear espacios propicios para actividades delictivas debido a la falta de vigilancia natural o la obstrucción de la visibilidad. Una política pública inspirada en la TPS buscaría transformar estos elementos urbanos para disuadir a los delincuentes, por ejemplo, mediante la instalación de mejor iluminación, la creación de espacios más abiertos y visibles, o el fomento de la vigilancia comunitaria. La teoría enfatiza que pequeñas modificaciones en el ambiente pueden tener un impacto significativo en la reducción de ciertos tipos de delitos al alterar el balance de costos y beneficios para el delincuente potencial.

La Teoría de las Ventanas Rotas: La Importancia del Orden y el Mantenimiento

Estrechamente relacionada con la TPS, pero con un enfoque más psicosocial y de percepción, se encuentra la Teoría de las Ventanas Rotas, popularizada por James Q. Wilson y George L. Kelling. Esta teoría postula que los signos visibles de desorden urbano y deterioro ambiental, como ventanas rotas sin reparar, basura acumulada, grafitis o el abandono de espacios, si no se abordan, pueden conducir a un aumento de la criminalidad más grave. La premisa es que el desorden menor envía una señal de que nadie se preocupa por el lugar, lo que invita a un mayor desorden y, eventualmente, a actividades criminales más serias.

Jasso-López y Galeana-Cruz (2021) observan cómo "el entorno construido deteriorado, el abandono de terrenos baldíos y la falta de apropiación del espacio público por parte de los habitantes" (p. 120) contribuyen a la percepción de inseguridad en Iztapalapa. Estas condiciones son precisamente las que la Teoría de las Ventanas Rotas identifica como precursores de un ambiente propicio para el delito. El deterioro físico de un barrio no solo afecta la estética, sino que erosiona la cohesión social y el sentido de control de los residentes sobre su entorno, disminuyendo su disposición a intervenir ante comportamientos indebidos.

Una política pública basada en la Teoría de las Ventanas Rotas implicaría una intervención temprana y constante sobre los signos de desorden. Esto podría incluir programas de limpieza urbana, eliminación rápida de grafitis, reparación de infraestructuras deterioradas, mantenimiento de parques y espacios públicos, y la aplicación de leyes sobre delitos menores. El objetivo no es solo eliminar el desorden físico, sino restaurar la percepción de orden y cuidado en la comunidad, lo que a su vez fomenta una mayor implicación ciudadana en la vigilancia y el control social informal. Al reducir los signos de "anomia" o falta de normas, se fortalece el "control social informal de los habitantes" (Jasso-López & Galeana-Cruz, 2021, p. 112), haciendo que el vecindario sea menos atractivo para los delincuentes y más seguro para los residentes.

Construcción Social del Delito y la Agenda Pública

Ambas teorías, la de Prevención Situacional y la de Ventanas Rotas, interactúan con la construcción social del delito y la agenda pública. La percepción de inseguridad de los ciudadanos, alimentada por el miedo a la "violencia omnipresente" (Barros Leal, s.f., p. 1), puede llevar a una demanda de políticas que visiblemente aborden el desorden o la oportunidad delictiva. Los medios de comunicación, al destacar ciertos tipos de delitos o las condiciones de deterioro urbano, también influyen en la percepción y en la presión sobre las autoridades.

Los estudios como el de Jasso-López y Galeana-Cruz (2021) proporcionan evidencia empírica que puede ser utilizada para justificar políticas de intervención urbana y arquitectónica en la agenda pública. Al mostrar cómo "la sensación de inseguridad está vinculada con elementos del entorno urbano-arquitectónico" (Jasso-López & Galeana-Cruz, 2021, p. 111), se ofrece una base concreta para la formulación de proyectos que no solo busquen la disuasión directa, sino también la mejora de la calidad de vida y la reconstrucción del tejido social a través del espacio.

En este sentido, los enfoques preventivos basados en el entorno se posicionan como alternativas o complementos viables a las soluciones meramente punitivas, que por sí solas han demostrado ser insuficientes para erradicar las complejas problemáticas criminológicas (Barros Leal, s.f., p. 1). Al integrar los principios de la TPS y las Ventanas Rotas, las políticas públicas pueden orientarse hacia la creación de entornos más seguros y habitables, que no solo disuadan al delincuente, sino que también fortalezcan la cohesión comunitaria y la calidad de vida de los ciudadanos.

Referencias

Barros Leal, C. O. de. (s.f.). Alcances y perspectivas de la prevención y del control social como instrumentos de política criminal (Una visión del problema a la luz de los derechos humanos).https://www.corteidh.or.cr/tablas/r28544.pdf

Jasso-López, L. C., & Galeana-Cruz, S. (2021). Configuraciones urbanas y arquitectónicas ante la violencia y la inseguridad en Iztapalapa, Ciudad de México. Quivera. Revista de Estudios Territoriales, 23(2), 111-129.https://www.redalyc.org/journal/401/40168622006/

Soberanes, S. (2022, junio 16). Relación entre políticas públicas y la criminología [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=vNYpJorRTFY



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